martes, 5 de diciembre de 2017

Los robots y nosotros, sus bots

Black Mirror, una distopía cada vez más cercana.
(Notas Moderadamente Apocalípticas, 🐣🐥🦅). El problema de artículos como este, que reboto desde el muro de mi amigo Rubén Duro, es que muy poca gente los lee con atención suficiente hasta el final. Así que la información tan minuciosa y reveladora que estos esforzadas crónicas del lado más oscuro de nuestro mundo contienen apenas pueden competir con el runrún moderadamente apocalíptico que nos rodea por todas partes. Y ante el que más o menos asentimos, más deseosos de que no se nos complique más la vida, menos dispuestos a reflexionar de verdad y seriamente sobre lo que está pasando.
Y esa dificultad, qué duda cabe, y esas inercias, tan poderosas, son el mejor caldo de cultivo —sopa con exceso de nutrientes— para que la miserable condición en que las redes sociales están envolviendo la realidad sea no sólo inevitable sino creciente, y de forma exponencial, ya que su mareante carrusel imparable convierten en materia fecal, i.e. basura, todo cuanto toca. Incluido, naturalmente, este post.
E incluso, fíjese bien, el mero impulso ciberenredado que usted está sintiendo en este mismo instante, con toda su perplejidad. O su indiferencia. Qué cortitos, en sus distopías de apariencia pavorosa, se están quedando algunos episodios de Black Mirror.

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