miércoles, 29 de mayo de 2013

Al dios del alfabeto

Plaza de Jemaa el-Fna, Marrakech. Tomada de aquí.

A A Aarón ora: «¡A, A, A!»


Hasta donde sé, y mientras no se demuestre lo contrario, este es el palíndromo que encabezaría una hipotética relación alfabética de los palíndromos en español hasta ahora conocidos. Se me «apareció» hace unos días, viendo la recopilación 100.001 palíndromos españoles, ya comentada aquí. Dentro de ese juego peculiar, a veces un tanto rebuscado pero siempre con sentido, que las frases capicúas establecen, este ejemplo recogería el momento en que un sumo sacerdote de una religión que diviniza el alfabeto lanza su plegaria al gran dios de su fe, una oración que, como tantas veces ocurre, consiste en repetir una y otra vez el nombre de la divinidad. Nada más verlo escrito sobre el papel, me acordé de ese pasaje de Las voces de Marrakech, el singular librito de Elías Canetti, donde el autor describe su impresión de la plaza de Jemaa el-Fna. Alertado por un sonido que logra imponerse sobre el gran bullicio de la plaza, el escritor acaba descubriendo a un ciego sentado en un rincón que, con su lengua cortada, trata de proferir el nombre de Alá, emitiendo un "a a a" penetrante que logra vencer las voces de los corros de contadores de cuentos, los domadores de serpientes, las magas del Atlas, los vendedores de harira... Difícilmente el ciego de Canetti se llamaría Aarón. Pero no es descabellado pensar que una escena parecida podría tener lugar en lugares cercanos, incluso en el mellah o barrio judío de la ciudad roja. En todo caso, estoy seguro de que, pertenezca a la fe que pertenezca, el dios del alfabeto sonreirá complacido.

[AJR, 7:13, Palíndromos ilustrados, 20]

2 comentarios:

Fernando Ramos dijo...

Un hallazgo muy gráfico, enhorabuena. Debería ser el prólogo de un nuevo compendio, añadiendo la historia del ciego de Caneti, que con su canto entrecortado se impone a las magas del atlas, que suelen ser malas y siempre saltan solas :-)

Alfredo J Ramos dijo...

Gracias, Nando: fina puntada la tuya (como siempre). Me alegra el día.