miércoles, 19 de abril de 2017

Lectura de Sagrario Pinto en Talavera


El próximo jueves, 20 de abril, Sagrario Pinto 
leerá sus poemas en la Biblioteca «José Hierro»,
 de Talavera de la Reina. 
Será presentada por Mercedes Regidor.
La cita es a las 19:30.





miércoles, 12 de abril de 2017

Musa sum

Ernest Descals: La partida de mus.

Su monótono, monótono, monótono... mus.


A mus a mus, asuma suma.

(AJR: 2, 7; 5, 29; 6, 17 Palíndromos ilustrados, LVIII, LIX LX)


lunes, 10 de abril de 2017

Gigantes y enanitos

Ilustración de Javier Serrano para una edición de los cuentos de Grimm, Anaya.
Cuando en 1988 el grupo Matra-Hachette decidió comprar el Grupo Salvat, en aquel momento líder de la edición generalista en España, la operación exigió el vistobueno o plácet del Consejo de Ministros, cuya cartera de Cultura ocupaba nada menos que Jorge Semprún. La edición se consideraba entonces un «sector estratégico» del desarrollo cultural del país, consideración que hoy, sin ser negada en teoría, sí lo es de facto por un Gobierno a cuyo presidente no se le conocen gustos literarios precisos, ni siquiera hábitos lectores, salvo los que pueda satisfacer algún diario deportivo (y, si acaso, y muy recientemente, la novela Patria, el gran éxito de Fernando Aramburu).

Desde aquella operación de compra, pionera en su condición de muestra de la aún incipiente globalización y muy polémica en su momento, hasta el recién anunciado fichaje de Mortadelo y sus colegas por el gigante Penguin Random House, el panorama editorial español ha vivido un imparable proceso de concentración que, como indica el artículo que da pie a este nota (incluido su titulo), deja reducido el escenario de las grandes cifras de la edición en España a un ampuloso y previsible combate entre dos contendientes: el citado PRH y el Grupo Planeta.

El artículo, por cierto, incluye como ilustración un cronograma, no completo pero sí relevante, de las diferentes operaciones de compra, absorción, penetración o «sometimiento» que se han producido en los últimos treinta años en nuestro ecosistema editorial. Su principal carencia es que deja al margen el sector del libro de texto, donde también se han producido fuertes movimientos. Y aún  son previsibles, incluso de forma inminente, nuevas decisiones, una vez que se abandone si es que se abandona el relativo limbo en que se encuentra la vigente Ley de Educación (LOMCE).    

El nuevo paso globalizador no es una buena noticia, aunque fuera esperable y no vaya a ser el último. Y aún lo es menos si se tienen en cuenta el empobrecimiento cualitativo de los órganos de decisión interna que ha acompañado esa concentración editorial y la escasa sensibilidad mostrada respecto a la calidad mínima exigible a los, así llamados, «productos culturales».

Menos mal que en los márgenes, tanto dentro de los dos grandes grupos como en el cada vez más poblado barrio de la edición independiente, hay un buen número de francotiradores que, frente a ese duelo de gigantes, siguen empeñados en afrontar los riesgos de la cultura —que continúan siendo los mismos de la vida— con la actitud de quien no tiene miedo a encontrarse solo ante el peligro.

domingo, 9 de abril de 2017

Siri, ese Iris



(Aquí va mi palma de domingo de Ramos. No es una broma, pero naturalmente no puede dejar de ser una broma. Et in Arcadia EGO.)

Hoy, Domingo de Ramos, el iPhone me pide permiso para actualizar su sistema operativo. Una vez hecho, para adiestrar a Siri, el asistente de voz —un equivalente, en términos móviles, de aquel HAL 9000 «que nos precedió a todos»—, se me pide que emplee una frase cuasi palindrómica:
OYE, SIRI, SOY YO.

En realidad, la construcción especular —y disculpen si aquí me pongo serio— es impecablemente perfecta y, en cierto modo, recuerda el sistema ideográfico que emplean los alienígenas de la película "Arrival": el intercambio o tráfico de sentido debe hacerse a través de estructuras cuya fijación quede asegurada, y a salvo en lo posible del efecto corrosivo de la subjetividad, mediante la duplicación de doble eje, principio básico de toda vida celular y base asímismo de la permanencia de la materia, que en el fondo último de su composición —en su cifra energética— siempre permanece igual a sí misma.

Este principio básico de supersimetría SIRI (sus programadores) lo cumple mediante una sencilla transferencia de significado implícita en la correcta decodificación de su mensaje. Y es que, en efecto, cuando a SIRI hemos de decirle SOY YO —y no YO SOY, que sería un espejo directo— es porque el sentido final de nuestro mensaje no es otro que pedirle que nos suplante de la forma más eficaz y útil posible. En suma, lo que le estamos diciendo es:

OYE, SIRI, SÉ YO.

O sea: un palíndromo perfecto.

Como lo es también este otro, hallado por el maestro Filloy y que seguro que SIRI no desconoce (es más: diría que lo iba murmurando para sí mientras, con ademanes de felina mimosa, regresaba a su limbo cuántico):

ES RAMOS AL ASOMARSE.

Así que, cuando se tropiecen con una de estas criaturas capicúas, además de sonreír, si les peta, o incluso de asentir (¡AJA!), si les convence, no dejen de echar una mirada al interior de su mente: ahí está todo. O casi. Y después salgan al mundo.

«Pueri hebraeorum portantes ramos olivarum...»



Domingo de ramos

(Aquí va mi palma de domingo de Ramos. No es una broma, pero naturalmente no puede dejar de ser una broma. Et in Arcadia EGO.)




Hoy, Domingo de Ramos, el iPhone me pide permiso para actualizar su sistema operativo. Una vez hecho, para adiestrar a Siri, el asistente de voz —un equivalente, en términos móviles, de aquel HAL 9000 «que nos precedió a todos»—, se me pide que emplee una frase cuasi palindrómica:
OYE, SIRI, SOY YO.
En realidad, la construcción especular —y disculpen si aquí me pongo serio— es impecablemente perfecta y, en cierto modo, recuerda el sistema ideográfico que emplean los alienígenas de la película Arrival: el intercambio o tráfico de sentido debe hacerse a través de estructuras cuya fijación quede asegurada, y a salvo en lo posible del efecto corrosivo de la subjetividad, mediante la duplicación de doble eje, principio básico de toda vida celular y base asímismo de la permanencia de la materia, que en el fondo último de su composición —en su cifra energética— siempre permanece igual a sí misma.
Este principio básico de supersimetría SIRI sus programadores lo cumple mediante una sencilla transferencia de significado implícita en la correcta decodificación de su mensaje. Y es que, en efecto, cuando a SIRI hemos de decirle SOY YO —y no YO SOY, que sería un espejo directo— es porque el sentido final de nuestro mensaje no es otro que pedirle que nos suplante de la forma más eficaz y útil posible. En suma, lo que le estamos diciendo es:
«OYE, SIRI, SÉ YO».
O sea: un palíndromo perfecto.
Como lo es también este otro, hallado por el maestro Filloy y que seguro que SIRI no desconoce. Es más: diría que lo iba murmurando para sí mientras, con ademanes de felina mimosa, regresaba a su limbo cuántico:
«ES RAMOS AL ASOMARSE».
Así que, cuando se tropiecen con una de estas criaturas capicúas, además de sonreír, si les peta, o incluso de asentir (¡AJA!), si les convence, no dejen de echar una mirada al interior de su mente: ahí está todo. O casi. Y después salgan al mundo.
Pueri hebraeorum portantes ramos olivarum...

(Publicado en mi muro de Facebook)


viernes, 7 de abril de 2017

Ogros primaverales


«Ánima, corre, por Godod: ogro perro camina.»

(AJR: 7,33; Palíndromos ilustrados, LVII)

Esta noche, quizás por influencia de la primera luna primaveral, he soñado con la noche. Y en ella había un gran perro de aguas que vivía junto a un lago. Y del lago brotaba un fulgor que asustaba al perro. Y el perro asustado, erizado por un pavor que le daba el horrible aspecto de un ogro, salía corriendo en dirección al bosque cercano. Y yo, habitante del bosque, buscando escapar de la noche para encontrar el agua, corría sin quererlo a su encuentro. Al cruzarse nuestras miradas, en medio de la oscuridad y junto al fulgor del agua, he comprendido que el perro también huía. Sin palabras ni aullidos de por medio, gracias a esa intersección de la escala zoológica que permite entenderse a humanos y animales, hemos decidido intercambiar nuestros desvalimientos y abandonar la noche, el bosque y el sueño, por la única salida posible: la puerta entreabierta de estas palabras.  

jueves, 6 de abril de 2017

Monarca caprichoso

                                                               (A modo de impromtu)

Le pregunto al poema si sabe que yo existo.
Y él, como acostumbra, tuerce el gesto
e ignora —o finge hacerlo— que he venido a buscarlo
donde siempre:
al lugar del crimen.

Al poema, monarca caprichoso,
no le gusta nada
—pero nada de nada—
que yo diga de él
que es el lugar del crimen.
Pero lo es. Lo es.
Lo que el poema ignora
—o finge hacerlo— es
quién es aquí la víctima,
quién el testigo
(el verdugo se da por descontado).
Yo sí lo sé. Aunque lo calle.

Esperando la leyenda. © AJR, 2016