martes, 26 de julio de 2016

Plural


Cómo llegar a ellas
a esas vidas que comparten la tuya
no sólo aquí   también en los cercanos
horizontes que se abren
detrás de las montañas y hacia el mar
y más aun y aún en los bullentes
hormigueros que aparecen sin pausa en los telediarios
o en las crónicas que lees en el periódico
o que vislumbras cual sombras
proyectadas sobre la pantalla del día
y en las demás pantallas
y cómo poder sentir sus cuerpos ciertos
en el fresco zaguán de tu conciencia
poder darles algo más que un nombre colectivo
—la humanidad, la gente, mis hermanos—
y palpitar con ellas (esas vidas)    
alegrarse en sus risas
medir el peso del oprobio común
en la común condena
y sentirte en la piel la comezón
igual que una sospecha o un presagio
de que hay algo que une
la escurridiza red de seda de tus sueños
con sus sueños
y de que no es inútil la certeza
con que amas las palabras en plural.

Viajeros en Dhaka, Bangladesh, Foto AP. Tomada de aquí.

domingo, 24 de julio de 2016

El Tour en tuits

El Tour en la tele a golpe de tuit. Foto AJR.

Toujours le Tour!
Días del mes de julio:
vuelvo a ser niño.

Ruedan colores:
azules, grises, verdes...
¡y el amarillo!

Bicis y Steiner:
bajo la luz de julio
rueda el silencio.


Trabajo y ocio:
rueda la tarde lenta
en la Posada.

Ruedas y músculos
entre las sombras verdes:
«Comienza puerto».

Seguir la rueda
de la Francia profunda:
ríos, castillos.

Primer gran puerto,
entre aguas turbulentas:
le col d'Aspin.


Valle tendido
bajo la luz redonda:
le Tourmalet.
(Ay, aquel tiempo
de palabras gemelas:
¿dó fue l'Aubisque?)

Cruza las cumbres
la proverbial serpiente
multicolor.
Y a cada paso
la rueda del recuerdo
vuelve a girar.

Con luz de otoño,
rueda entre viento y lluvia
el arcoíris.

Por la llanura,
el pelotón compacto
en tensa espera.


Ruedan los cuerpos
y vuelan las palabras:
le Mont Ventoux.

[Silencio triste:
contra la muerte bárbara
rueda la vida.]

Estas llanuras
de franco asentimiento
(cabezaditas).
Y las inanes,
entre l'ennuie y la murria,
conversaciones.

Pancho, gran aficionado, tampoco las tenía todas consigo...

Cuestas en sombra:
bajo el sol de los Alpes,
el Tour cabalga.

Esa agonía
—rueda a rueda de rueda—
del perseguido.
Y el sudor sordo
—a rueda de la rueda—
del que persigue.

¿Las emociones?
Bosques, cultivos, lagos,
desfiladeros...
Si uno se fija 
se ven los elefantes
(y, al lado, Aníbal).

Cronoescalada:
Froome lo devora todo.
Como Saturno.
R. Llansola: Saturno devorando a su hijo (2004).

Habla, memoria,
de aquellas escapadas
de un día entero.

Bravo, Purito.
Más bravo todavía:
Ion Izagirre.

Y junto al Arco,
París bajo las ruedas,
ya todo es Triunfo.

Toujours, ma vie,
je m'en souviens autour
le Tour de France.



*****
Como cada mes de julio desde hace ya más de medio siglo (¡se dice pronto!), he seguido con atención el Tour de Francia, que hoy concluye. No ha sido, precisamente, el más apasionante. Incluso algún aficionado montaraz no ha dudado en calificarlo como el Tour más aburrido de la historia. No diría tanto, pero tampoco mucho menos. La temprana caída de Contador y su posterior abandono lo dejaron reducido a un presumible duelo entre Chris Froome y Nairo Quintana, que finalmente no tuvo lugar por incomparecencia del colombiano, al parecer mermado en su salud. Además, la etapa del Mont Ventoux, sin duda la más esperada, no pudo culminar en los cinco pelados kilómetros de la cumbre, azotada por vientos de hasta 130 km por hora. Así que nos quedamos con las ganas de conjurar tragedias del pasado y, más aún, de ver manifestarse al fantasma de Petrarca para coronar con laureles frescos el esfuerzo del ganador. En contrapartida, el caos de la llegada de esa etapa hizo posible la insólita e inédita escena de un maillot amarillo corriendo a pie en dirección a la meta, una imagen del todo inverosímil que por momentos convirtió la Grande Boucle en una variante de la triatlónica Quebrantahuesos. 

Este Tour no ha carecido de instantes salvados de la murria canicular. Junto al esfuerzo notable de ciclistas ya veteranos (Cavendish, con sus cuatro triunfos, el melenudo Sagan, hábil como un zorro, Nibali, Aru, o nuestros Valverde y Purito, este último ya de despedida), ha sido notable la confirmación de ciclistas emergentes (Pantano, Bardet...) y el despuntar de algo más que jóvenes promesas (Yates, Alaphilippe, un nombre que lleva el ánimo incorporado). Todo ello, naturalmente, bajo el dominio impecable de un Froome que, a día de hoy, parece imbatible, aunque en algún momento dio muestras de estar a punto de flaquear. De los momentos felices, sin duda el más alegre fue el triunfo de Ion Izagirre, en la penúltima jornada, tras su vertiginoso descenso del col de la Joux Plane, en la etapa más vistosa de la ronda (ayer mismo). También la tristeza y la repulsa por el atentado de Niza estuvieron presente en la carretera: con buen criterio, las ruedas, como la vida, siguieron girando.

Como esta ha sido el primer Tour que he podido seguir, a salto de mata y sin suspender mis actividades laborales, con un iPhone cerca y una cuenta de Twitter, @lfredojramos, se me ocurrió la idea de tratar de resumir el clima de cada jornada en un tuit, con ritmo de coplilla de tres o seis radios. También he colgado en mi TL, y en cuasidirecto, los finales de todas las etapas, con un breve comentario. En los TuitTour, todos ellos ilustrados con imágenes tomadas en su mayoría de la retransmisión de RTVE, me propuse, a modo de obligación formal, que cada estrofa llevara incorporada la palabra «rueda», en cualquiera de sus acepciones. Pero también me he tomado la licencia de saltarme la norma cuando me ha parecido bien. Dudo que la recopilación, en su zigzagueo, consiga evocar lo que ha sido esta 103ª edición del Tour. Pero me daba pena que el esfuerzo se perdiera en las inmensas cloacas de las redes sociales. Así que he preferido trasladar la serie a la cámara frigorífica del blog, por si a alguno de los visitantes de la Posada le suscita interés. 

La próxima gran cita ciclista, además de los juegos olímpicos, será la Vuelta a España, que este año dará sus primeras pedaladas junto al Sil, en una etapa que confío en poder seguir en directo. 

sábado, 23 de julio de 2016

Carmiña


Miss Lunatic
                                              A Carmen Martín Gaite,
                                                       en el bosque de Manhattan.

Cuando la veo pasar, la reconozco
por el vivo color de sus harapos,
la faltriquera, larga trenza blanca,
y el gran sombrero extravagalegante.

De su carrito emerge la discordia
de Frankenstein antes de la tormenta.
Va por la acera como por un sueño
o por el bosque o por el arco iris.

Hay en sus manos un terror antiguo
y en su voz lascas de un alcohol que nunca
la ardió la sangre, sí la noche helada.

Ha amado mucho. Es sabia porque es libre.
Y escucha siempre a quien se para a hablarle:
«A mí me encanta que me cuenten cosas».

(Ahora se ha ido. Amigo, si la ves,
dile que aquí, en la isla de Manhattan,
llora la estatua de la Libertad).

Fotografía de Carmen Martín Gate © Ricardo Guitiérrez, tomada de aquí.


Tal día como hoy, 23 de julio, hace ya 16 años, fallecía Carmen Martín Gaite, una de las mejores escritoras de su generación, además de mujer dulce, generosa, vitalista hasta su último aliento. Autora de una obra en la que figuran textos de gran finura crítica e inteligencia y de algunas novelas inolvidables, surgidas de una capacidad fabuladora y de un «cuarto de atrás» que en más de un aspecto son comparables la una y el otro a los que poseía Virgina Woolf, Martín Gaite es también la creadora de una de las mejores novelas infantiles de nuestra literatura, Caperucita en Manhattan. A ella pertenece el inolvidable personaje de Miss Lunatic, una criatura de tan prodigiosa verdad que resulta difícil no verla como un retrato de una parte importante del alma de su autora. Así la abordé en este poema, escrito a raíz de la muerte de la escritora y que ha permanecido inédito hasta que, recientemente, Hilario Barrero lo acogió con generosidad y cuidado en el número 11 de los Cuadernos de Humo, una muy selecta publicación periódica que el escritor toledano afincado en Brooklyn edita, precisamente, en Nueva York. No cabía mejor destino. 


miércoles, 13 de julio de 2016

Monopsílabos


¡AY, NI SÍ NI NO, NI NI SIN YA!
(A LA DUDA DÚDALA)

(AJR: 9,19; 4:13; Palíndromos ilustrados, LIII, LIV)

Fotografía: Dani Duch / La Vanguardia.

jueves, 7 de julio de 2016

Frases al vuelo


Es tal la cantidad de frases hechas que amueblan nuestro lenguaje, y nuestro pensamiento, que no necesitamos que el catálogo de Ikea nos proporcione ideas para vivir. Así, a bote pronto (¡una!) y siguiendo el orden alfabético, podemos cazar al vuelo unas cuantas, quizás alrededor de un centenar, que guardan en el tríptico de su estructura (entre sus tres solas palabras) la pepita de un poema. Basta con dejarse llevar por la literalidad, la sugerencia del momento o el ritmo interno para que brote un humillo de la lámpara y el tópico se vuelva trópico... 

Abrir el melón. Acudir al quite. Aporrear la puerta. Apretarse los machos. Andar de cabeza.  Armar la marimorena. Armarse de valor. 
Babear de gusto. Bajar los humos. Beber los vientos. Besar la lona. Brindar al sol. Buscarse la ruina.
Caer de pie. Caerse del cartel. Cambiar de tercio. Cantarle las cuarenta. Capear el temporal. Ceder los trastos. Comerse el coco. Contar hasta diez. Cortarse la coleta. Cubrirse las espaldas.
Dar la puntilla. Dar la tabarra. Darse por vencido. Darse una hostia. De proporciones bíblicas. Dejar de lado. Descubrir el Mediterráneo. Dimes y diretes. Doblar la servilleta. Dudar de todo.   
Falto de sustancia. Feo de cojones. Fiesta de guardar. Fondo de reptiles. Frenar en seco. Fuente de problemas. Fundir los plomos.
Ganarse el pan. Generar buen rollo. Golear al contrario. Griparse el motor. Guardar las formas.
Hacer el primo. Hacer la faena. Helarte el corazón. Hilar muy fino.
Inclinar la balanza. Irse de rositas.
Joder al prójimo. Jugar con fuego.
Kafkiano te veo. Kilitos de más. Kilómetros de distancia.
Lamerse las heridas. Lanzarse al ruedo. Levantar a pulso. Llover sobre mojado.
Marear la perdiz. Matar el gusanillo. Mentiras como puños. Mirar las musarañas. Moler a palos. Montar el número. Morder el polvo. Morir de amor. Muertos de risa.
Nadar en seco. Nadie es perfecto. Negar la evidencia. Ni por esas. No pero sí. No somos nadie. Nombrar al demonio. Nunca se sabe.
Obedecer al instinto. Ocultar la evidencia. Odiar el pecado. Ojos que no ven. Oler a chamusquina. Olvidar el pasado. Omitir los detalles.  Otear el panorama.
Pasar por alto. Pedir la luna. Pelar la pava. Pedo de monja. Pinchar en hueso. Pisar a fondo. Poner la cama. Pulirse la pasta. Putear al prójimo.
Qué cosas tienes. Qué sabe nadie. Que te den. Querer es poder. Quitarse el sombrero.
Raro de cojones. Reírse de todo. Rematar la faena. Rizar el rizo. Romper el hielo. Romperse los cuernos. Ruido de fondo. Rumor de olas
Salir a hombros. Salir del armario. Salir de naja. Ser un cabestro. Ser un figura. Servir de cebo.  Sine qua non. Sí pero no.  ¡Silencio, se rueda! Sostener la mirada. Subir el tono.
Tal para cual. Tener el cuajo. Tener mano izquierda. Tentarse la ropa. Tirarse al ruedo. Tirarse el folio. Torcer el gesto. Torear al alimón. Trastear a alguien. Trocear la tarta.  Truco del almendruco. Túnel sin salida. Turno de réplica.
Uncirse al carro. Untar la mano. Urdir la trama. Usar el coco. 
Vacilar al prójimo. Venir de lejos. Vivir de gorra. Volver al ruedo. Vuelta y vuelta.
Zanjar la cuestión. Zurrar la badana.

Es curioso, además, el gran número de frases que le debemos al lenguaje taurino (las que van en redonda en la lista anterior son ya unas cuantas). Siempre me he preguntado, naturalmente en plan retórico, si el día que definitivamente se prohíba la fiesta de los toros habrá que borrar del diccionario estas y otras muchas expresiones nacidas de la tauromaquia. Una buena pregunta para un 7 de julio.

Imagen tomada de aquí.



martes, 5 de julio de 2016

Kiarostami, las brasas de una correspondencia

Kiarostami y Erice, dos maestros de la mirada.

La muerte del director iraní Abbas Kiarostami, además de fragmentos de su cine que (salvo alguna excepción) me cuesta trabajo recuperar con nitidez, me trae sobre todo el recuerdo de su correspondencia visual con Víctor Erice, que pude ver en la exposición organizada por La Casa Encendida a finales de 2006. Estoy seguro de haber escrito algo al respecto, pero no tengo modo de localizarlo. Quizás fuera sólo el correo electrónico enviado a un amigo recomendándole vivamente la visita y tal vez comentándola con cierta extensión. Por fortuna, hay por la Red suficientes huellas para poder recuperar, si viene al caso, lo que en su día, tanto por su novedad como por su calidad, me pareció un hito importante de la cinematografía contemporánea. Y que hoy, pese a su relativa cercanía (¡qué son 10 añitos de nada en el espejo de una vida!), tiene ya el aura de un hecho del pasado que la extraña mezcla de recuerdos y falta de memoria convierte en algo mítico: ese tipo de sucesos por los que, sin duda ingenuamente, suponemos que nuestra vida tiene o tuvo un brillo especial. Volver a recuperar esa emoción, o intentarlo al menos (ya sabemos las sorpresas que encierran a menudo las, por otro lado imposibles, vueltas al pasado) será la mejor forma de rendir homenaje a uno de los grandes maestros del arte de mirar.

domingo, 3 de julio de 2016

Línea


                                  Esta línea soporta el peso muerto
                            de la luz
                                                y se hunde
                            hacia el fondo invisible
                            de la página
                            donde sólo respiran
                            las criaturas más fuertes de la imaginación.




Imagen: Librería de CaixaForum, Madrid ©AJR, 2016.