martes, 31 de mayo de 2011

Mayerías



Este mayo no se acaba hoy.

La era resaca acá será real.

Amarga la lección de los PePiños.

martes, 24 de mayo de 2011

¿Y si el hombre fuera Madina?


No le conozco personalmente, ni siquiera de vista. No sé cuáles son sus aspiraciones políticas, más allá de las que se derivan de su militancia en el PSOE y de su condición de diputado estatal y secretario general del grupo parlamentario socialista en el Congreso. También es profesor de historia contemporánea en la Universidad Carlos III de Madrid.

Vasco, del mismo Bilbao, pertenece a la generación (1977) de quienes, en mi opinión y por lo que he podido comprobar in situ, forman el núcleo duro  del movimiento 15-M acampado en la Puerta del Sol y otras plazas del país. En febrero de 2002 sufrió un atentado de ETA que le produjo graves lesiones. Hay en su biografía una estancia en Bruselas, como asistente del grupo socialista en el Parlamento Europeo, una confesada pasión por los libros (Cortázar es su autor fetiche y Rayuela su oráculo) y algunos otros datos destacables. Por la red circulan declaraciones suyas que se prestan a la polémica y a la matización.

Con todos estos antecedentes, pero sin que pueda atribuirlo con claridad a ninguno de ellos, desde hace unos días intuyo que Eduardo Madina reúne las condiciones idóneas para ser el encargado de abrir cuanto antes el diálogo necesario entre los indignados, que aún ocupan muchas plazas de ciudades españolas, y el Poder, que hasta ahora se ha limitado a contemplarlos con perplejidad, rancio paternalismo, empatía con reparos o cínica indiferencia.

Eduardo Madina, un posible puente entre el Poder y las inquietudes del 15-M. Fotografía tomada de la web info.elcorreo.com.

lunes, 23 de mayo de 2011

Perplejidades (7+1)



1. ¿Por qué a la izquierda le cuesta tanto trabajo reconocer que en este país se vota en libertad? ¿Por qué casi nadie parece alegrarse de ello?

2. ¿Por qué la derecha vota con tanto descaro e impunidad una y otra vez a los corruptos?

3. Perplejidad, ya añeja pero renovada, de que un voto pueda valer por 1, por 2 o por 3, según y cómo.

4. Que muchos entre los que se sienten perdedores se contenten con atribuirlo todo (o casi) a la fidelidad del voto diestro.

5. Que apenas nadie, desde la izquierda,  ni siquiera mencione entre las múltiples causas del batacazo las diferencias positivas (en términos de seriedad) con la que unos y otros se toman ciertas cosas, tal como ilustra esta excelente crónica de un presidente de mesa electoral.

6. ¿Es comprensible que nadie del gobierno (ni de la oposición que aspira a relevarlo) haya hecho el menor gesto de diálogo real con los indignados del 15M?

7. Perplejidad de ver al presidente Zapatero intentando remendar el roto, sin darse cuenta de El Roto (en la imagen).

8. Que Rilke lo tuviera tan claro: «¿Quién habla de victorias? Sobreponerse es todo.»

miércoles, 18 de mayo de 2011

Lois Pereiro, canonizado


La iniciativa de Manuel Rivas, de la que hace ya casi un año se hablaba aquí, llegó a buen puerto y el Día de las Letras Gallegas (17 de mayo) de 2011 se ha dedicado al poeta Lois Pereiro  (1958-1996). A escala autonómica, viene a ser algo así como si a Leopoldo María Panero le hubieran concedido el Premio Cervantes.

No hay que ser ni profeta ni vidente para suponer que en uno y otro caso no faltarán (o faltarían, en la hipótesis comparativa) las opiniones enfrentadas. Incluso duramente. Desde Galicia, sin embargo, me llegan noticias de que hasta los mayores defensores del valor de la obra del poeta monfortino (de Monforte de Lemos, al pie de la Ribeira Sacra) están asombrados ante la rapidez con la que parece estar calando, en la cultura y en ciertos sectores de la juventud gallega, el vendaval expresionista que la voz de Lois Pereiro pone en pie, con sus interregnos de íntima lluvia perdurable. Algunos blogs amigos le han dedicado páginas que merece la pena conocer.

Puede que tan pronto como cese la marea conmemorativa el viento deje de soplar. Pero la abundancia de publicaciones, actos y proyectos que ha acompañado la ascensión de Lois Pereiro al canon oficial de la cultura gallega sin duda dará sus frutos. Ojalá que entre ellos esté el conocimiento y la valoración crítica del autor gallego en ámbitos extragalaicos. 

Los interesados deben saber que la editorial Libros del Silencio acaba de publicar su Obra completa en edición bilingüe gallego-castellano, con traducción de Daniel Salgado. Va precedida de un prólogo de Pere Gimferrer y de una introducción del periodista Xosé Manuel Pereiro, hermano del poeta.  

Copio aquí dos de los últimos poemas de Lois.  El primero, con sus siglas obvias, puede ser tomado como un diagnóstico moral –testamento y testimonio–  de la vida doliente. O de la vida a secas.  El segundo, que hubiera firmado Boris Vian y tal vez no hubiese desagradado a Yeats, es de hecho el epitafio del poeta.



Acróstico

                       
(«Eu son a morte...», dixo Oppenheimer, cando viu os efectos da bomba atómica que el contribuíra a crear. Lembrou a frase do Baghavad Gita: «Eu son a morte, a destructora de mundos». Isto é algo semellante.)


Somentes

intentaba conseguir

deixar na terra

algo de min que me sobrevivise


sabendo que debería ter sabido

impedirme a min mesmo

descubrir que só fun un interludio

atroz entre dous muros de silencio


só puiden evitar vivindo á sombra

inocularlle para sempre a quen amaba

doses letais do amor que envelenaba

a súa alma cunha dor eterna


sustituíndo o desexo polo exilio

iniciei a viaxe sen retorno

deixándome levar sen resistencia

ó fondo dunha interna

aniquilación chea de nostalxia.
        
                                                   novembro 94




Poderíano escoller como epitafio


Cuspídeme enriba cando pasedes

por diante do lugar donde eu repose

enviándome unha húmida mensaxe

de vida e de furia necesaria.


Ж



[Acróstico. («Yo soy la muerte...», dijo Oppenheimer, cuando vio los efectos de la bomba atómica que él había contribuido a crear. Recordó la frase del Baghavad Gita: «Yo soy la muerte, la destructora de mundos». Esto es algo parecido.)
Solamente / intentaba conseguir / dejar en la tierra / algo de mí que me sobreviviese  //  sabiendo que debería haber sabido / impedirme a mí mismo / descubrir que fui solo un interludio / atroz entre dos muros de silencio   //  solo pude evitar viviendo en sombra / inocularle para siempre a quien amaba / dosis letales del amor que envenenaba / su alma con un dolor eterno  //  sustituyendo el deseo por el exilio / inicié el viaje sin retorno  / dejándome llevar sin resistencia  / al fondo de una interna / aniquilación llena de nostalgia.]


(Lo podrían elegir como epitafio.  Escupidme encima cuando paséis / ante el lugar donde yo repose / enviándome un húmedo mensaje / de vida y de furia necesaria.) 

[Traducción: AJR]



Fotografía de Lois Pereiro © Xosé Abad.


sábado, 30 de abril de 2011

Hipótesis troyana (II)


(Versión 2.0)
¿Es posible permanecer al margen del efecto Mourinho? Sin duda. Pero no es mi caso. Me confieso, yo también, abducido por las estrategias comunicativas de este poderoso mago de las medias verdades, un gran embaucador de elaborada astucia que quizás acabe creyéndose sus propios delirios napoleónicos*. Y me reconozco intrigado y hasta perplejo ante la verdadera condición de un personaje capaz de impulsar y mover él solo buena parte de la realidad imaginaria de un país como el nuestro, tan dado a polarizarse en bandos que casi siempre pueden resumirse en dos, como nos enseñaron que ocurría con los diez mandamientos o la España conjurada por Machado.
Mourinho no me quita el sueño. De hecho, como este casi pareado levemente cacofónico y el fútbol que el entrenador portugués se empeña en diseñar para situaciones de verdad comprometidas, más bien me induce a él. Pero en estado de vigilia, lo reconozco, lo intrincado de su enigma apenas me permite pensar en otra cosa. ¿Cómo es posible, me pregunto, que alguien tan obviamente amarillo** haya sido capaz de poner a su completo servicio y arbitrio caprichoso a una de las instituciones que, junto con el Corte Inglés y el Toro de Osborne, parecía hasta ahora lo único verdaderamente duradero y estable de la España que yo he conocido, o sea el club de fútbol Real Madrid, hasta casi ayer mismo y aún hoy la marca nacional más conocida en el universo mundo?
Quizás no tardemos en saber el porqué. Y hasta es probable que el próximo martes la respuesta comience a dibujarse con nuevos perfiles. Aunque también puede emborronarse aún más. Y si atendemos al principio de Peter, sin duda lo hará.
Pero en el entretanto no me resisto a (y asumo el riesgo de) hacer pública mi hipótesis troyana del asunto (variante meramente genérica de la versión publicada ayer mismo en esta página). Una propuesta de explicación provisional, pero a mi entender plausible, a la que he llegado tras mucho cavilar y guiado antes que nada por el afán de apaciguar, además de algún rifirrafe familiar, el estado de zozobra en que me dejan las intervenciones del gran actor*** luso.
Aun a riesgo de ser considerado un pobre iluso o un individuo con la imaginación corrompida, sostengo que Mourinho está desarrollando un ambicioso plan, algo más que maquiavélico, que consiste en aprovechar el estado de necesidad del equipo del Bernabéu, y su estrés manifiesto ante los éxitos blaugranas, para vaciar primero y viciar después el espíritu del club blanco, hasta alterar por completo la sensibilidad y las entendederas de directivos proclives a la miopía (que no supieron apreciar los secretos matices del bosque) y de aficionados altamente fanatizables, por el procedimiento de narcotizarlos con dosis crecientes de un láudano autocompasivo y exculpatorio, para poder así conducirlos a la inmolación colectiva y al desastre como club, tragedias sansónicas de las que él, Mou Mou, se salvaría en el último instante por el múrido gesto de abandonar una nave a la deriva y a punto de estrellarse contra los escollos de la frustración****. He dicho. Pero aún no todo.
Porque, siguiendo mi hipótesis, en ese momento crucial de la catástrofe sería cuando The Special One***** pondría en marcha la jugada maestra para lograr el objetivo último de su en apariencia incomprensible conducta. Que no sería otra (y creo que esta es la rigurosa novedad de mi hipótesis) que la de ofrecerse, como héroe que regresa con la cabeza del enemigo al campamento propio, al que fuera su antiguo club, el Barça, y una vez allí pedir como retribución (¿previamente pactada?) al inmenso favor prestado el cumplimiento de su más preciada, intensa y verdadera aspiración; a saber, la de suceder a Guardiola como entrenador para poder liderar al club catalán hasta convertirlo, ya sin competencia blanca, en el equipo capaz de batir las estadísticas que todavía hacen del Madrid un club diferente y con un palmarés inigualado; y, en especial, la conquista blaugrana, a ser posible a lo largo de poco más de una década, de otras seis o siete copas de Europa, seis o siete Champions más, y todas ellas… antes de que el club blanco pudiera estar en condiciones de lograr la décima.
¿Que la hipótesis es descabellada? Probablemente. ¿Que tiene algunos puntos flacos? No lo niego. ¿Que el martes mismo puede quedar reducida a escombros? Tal vez. Pero quienes así piensen, no deberían olvidar la promesa que Mourinho hizo desde aquel balcón de la Ciudad Condal: «Hoy, mañana y siempre con el Barça en el corazón».
Personalmente, si fuera madridista******, la mera posibilidad de que Mourinho pueda ser un troyano alojado en el sistema operativo merengue me quitaría el sueño. Lo cierto es que, al menos de momento, duermo a pierna suelta.

Notas
*Sin olvidar que el verdadero Napoleón, como también Mourinho, ganó muchas batallas.

**Utilizo la expresión en su sentido periodístico, como sinónimo de «sensacionalista».

*** La explicación más elaborada de los milagrosos métodos de Mourinho, columna central de su fútbol rácano y brusco, se puede resumir en un objetivo preferente: provocar la frustración del rival.

**** Hablando de teatro, es imposible obviar la mención de Dani Alves, gran figura estelar de funciones recientes (aunque si «Carnicero» Pepe llega a pillarle, a lo peor hubiera tenido que cambiar de oficio), bien acompañado por nombres como los de, entre otros, Busquets, Pedro o Di María y Marcelo.

*****Según cuenta la Wikipedia, así empezó a llamar a Mourinho la prensa inglesa después de que él dijera de sí mismo que era «un tipo especial». Frase que acaso pueda ponerse al lado de aquel «ser superior» que un Butragueño más extasiado que de costumbre le dedicó en su día a Florentino Pérez.

******Por fortuna, no sé si se nota, estoy lejos de esa condición, respetable y a veces envidiable, pero a estas alturas reconozco que algo fatigosa para mí, incluso como mera suposición. Yo, al contrario de lo que tal vez podría decir en situación parecida el profesor Rico, nunca en mi vida he sido del Real Madrid.  ¡Aúpa Athletic!

Fotografía: Mourinho deja en la sombra a Guardiola, tomada de la web Infodeportes.

viernes, 29 de abril de 2011

Hipótesis troyana


(Versión 1)
Florentin Whitemilk se despertó sudoroso en medio de la noche. Había tenido una pesadilla horrible: su fiel mayordomo lusitano no solo lo iba despojando de la gran mansión y de sus muchos bienes, incluido el preciado menaje de vasijas plateadas, sino que lo hacía con su propio consentimiento. De modo que cuando, siguiendo en el sueño la lógica de la vigilia, quiso denunciarlo ante la autoridad competente, descubrió que el empleado infiel ya lo había vendido todo, y dentro de la más estricta legalidad, a su directo competidor y rival inveterado, el también poderoso Polaco Totelcamp.
Mientras luchaba frente al lavabo por librarse de un sabor de boca pantanoso, Mr White sentía que aún le daba vueltas en la cabeza, igual que un sueño dentro de otro, la escena más odiosa de la pesadilla repitiéndose una y otra vez y otra vez y otra, cual infinita cinta de Moebius. Era la imagen proyectada en la pantalla de un ordenador de la enfática proclama que años atrás el mayordomo había hecho a su antiguo señor prometiéndole que siempre (hoy, mañana, siempre) lo llevaría en su corazón.

Al leer en la carpeta que su director general dejó extraviada en la consulta del psicoanalista común la transcripción del sueño que él mismo había tenido varias veces, Florentino se dio cuenta de todo. Temblando casi de furia pero sin perder el control de sus fluencias verbales, llamó a Valdano para recriminarle que no le hubiera advertido a tiempo de aquel insidioso, temible, asolador caballo de Troya.
La jodimos, Florentino, sos macanudo dijo Valdano. Y luego parafraseó, como si viniera a cuento, el conocido lamento de Borges : «Yo que tantos hombres he sido, no he sido nunca el portugués aquel que se admiró un buen día de que todos los niños de España quisieran ser Messi».


«Caballo de Troya entre la blanca muchedumbre», de la película Troya, imagen tomada de la web Memorias de un destierro.

viernes, 22 de abril de 2011

La Madrugá



Hay palabras que se fijan en la memoria como un recuerdo inequívoco: pronunciarlas o solo pensarlas equivale a encender, una y otra vez, un circuito de neuronas que ilumina una escena en la que son sensibles varias dimensiones: imágenes que huelen, tactos sonoros, pensamientos que proyectan sombra, tal vez el leve peso de un nudo en la garganta. Así me ocurre, por ejemplo, siempre que digo u oigo la palabra madrugá. No es necesario que sea, como ahora, semana santa, para que la marea de fondo que se alza en mi cabeza o en mi corazón (o en el camino de arrabales que va de mi corazón a mi cabeza) muestre un paisaje sin duda sevillano sobre el que emerge, sonriente o burlona, sabia y elegante, la figura del poeta Vicente Tortajada, viejo amigo desaparecido tan prematuramente y a cuyo lado tuvimos la suerte de poder vivir, en su casa y por las calles de Sevilla, una noche mágica, sublime y bulliciosa: la madrugá de quizás 1985. Podría contarla con todo detalle, o inventarla con absoluta fidelidad, por medio de otras palabras inequívocas: Placentines, Triana, Los Venerables… Pero me parece preferible compartir esta foto que nos muestra a los dos en el amanecer de la noche más larga (puede que en La Campana; él, barbado y fumador). Un fogonazo gráfico que aviva la sonrisa del amigo generoso y lo trae de nuevo a esta madrugá de tantos años después. Y en una fecha –redondo y seguro azar el de este viernes– en la que mi madre, fallecida el pasado 3 de marzo, hubiera cumplido 96 años. ¿De qué lado estamos los vivos cuando nos miran y hasta creemos que nos siguen amando los muertos?